Hemos ido viendo a lo largo de los tres
primeros capítulos de esta Sección 31 que el principal factor para una adecuada
resolución de nuestras alteraciones emocionales es partir de una justa y
correcta atribución de responsabilidad de lo que nos pasa; lo que denominamos
el “Locus de Control”.
Si “lo malo” que
nos pasa lo atribuimos a causas externas,
"a los demás”, difícilmente vamos a generar nosotros mismos nuestras
herramientas de “auto”-regulación.
En este
capítulo vamos a profundizar un poco más en estos conceptos
En la
imagen siguiente trato de expresar el punto de partida del guión de la
reflexión que debemos realizar sobre nuestra forma de atribuir la
responsabilidad de lo que sentimos, de lo que altera nuestra emocionalidad.
En esta
imagen propongo tres posibles “agentes” de lo que nos pasa: “las cosas” que
suceden; “los otros”, o “nosotros mismos”; y dos grupos de hechos o acciones
que denomino
- “Incidencias”, como algo “externo” que nos sucede,
- y nuestro propio comportamiento, en el cual distingo tres niveles de causalidad: nuestros pensamientos previos, nuestras acciones (iniciales), o nuestras reacciones posteriores.
Y os
propongo que para comprender mejor este planteamiento tratéis de realizar un
pequeño ejercicio.
Se trata de
que os construyáis una hoja con cuatro columnas, la última de las cuales a su
vez se divide en 2. Y con las líneas horizontales que os apetezca.
En en la
primera columna debéis especificar aquellas situaciones que os alteran
emocionalmente con mayor frecuencia, o aquellas que -aunque más esporádicas- las
sufrís con una afectación que vosotros mismos la consideráis excesiva y
claramente molesta
En la
segunda columna, “Frecuencia”, la expresáis como mejor la entandáis vosotros
mismos: cada día, mucha veces, poco, a menudo, alta, media ….
En la
tercera, el sentimiento o estado de ánimo que os produce (Parte Primera de este Curso)
Y, la
cuarta columna, que se divide en dos, hay que rellenarla de la siguiente forma:
- En la primera columnita (beig) hay que poner dos grupos de letras: el primero: HP, MF o MD, según los significados que ahí explico; y el segundo la letra O, Y ó N, según la atribución de “agente” (ver más arriba) que demos a ese suceso
- En la segunda columna (coloreada de verde) debierais expresar, con vuestras propias palabras, la causa de esa situación desde la perspectiva de responsabilización. En esta imagen figuran algunas expresiones de ejemplo.
Para
facilitaros una mejor comprensión de este cuadro, os pongo una imagen de una
posible cumplimentación del mismo.
Como podéis
observar, la última columna está rellenada con expresiones distintas a las que
se proponían como ejemplo. Esto es para que veáis que lo importante es que
contactéis con vuestro interior, con vuestra forma se pensar-sentir.
En el plano
de la psicología y de la sociología, se emplea con carácter bastante general el
vocablo “adversidad” para calificar a esos hechos o situaciones contrarios a
nuestros deseos, u objetivos, y que nos producen sentimientos evidentes de
malestar, rabia, o desesperación.
Desde un
punto de vista del lenguaje, la adversidad se equipara al infortunio, mala
pata, accidente, percance, chasco, desventura, etc….pero siempre en unas
dimensiones objetivas: de algo que sucede, y que puede suceder de forma
aleatoria a cualquiera. No es normal que alguien diga que “tiene” adversidad.
Sin
embargo, a ello se contrapone la expresión “tener mala suerte”, que siempre se
vive como algo personal; como algo que “solo
nos pasa a nosotros”. Y es esta concepción de la adversidad, esta forma de personalizar
los meros hechos externos y aleatorios lo que provoca el estado de malestar al
que debemos enfrentarnos.
Hay
estudiosos de estos temas (racionalistas y probabilistas) que propugnan que el
concepto “mala suerte” es incorrecto; no debe existir. El concepto “suerte” es
siempre de carácter positivo; y definen la suerte como “el acaecimiento de un
suceso de poca o escasa probabilidad de suceder”. Por tanto, algunas personas
debieran sentirse dichosas por “la suerte” de que les pase algo que difícilmente
pasa. El ejemplo típico es el de los juegos de azar: lotería, ruleta, etc… Para
estos autores la gente no “debe sufrir”
porque no les toque….porque es lo que normalmente va a suceder a la mayoría de
las personas; sino que, aquel a quien le toque sí debiera sentir especialmente
alegre y sorprendido por lo que le ha sucedido”
Ante este
ejemplo, los opuestos a esta teoría argumentan con el ejemplo del que va
caminando tranquilamente por la calle y de repente le cae un ladrillo y le
mata; ¿no se puede decir en este caso que esta persona ha tenido muy mala
suerte?.
Sin extenderme demasiado en las argumentaciones y
contra-argumentaciones de unos y otros, me voy a limitar a exponer la respuesta
común que suelen dar a este caso los racionalistas-probabilistas:
- que de edificios altos (viejos, en obras, con viento, etc…) (o árboles) caigan cosas abajo es totalmente normal.
- que por debajo de esos edificios paseen gente, o los eviten, es normal
- que por causa de la altura los objetos que puedan caer puedan causar heridas o la muerte a alguien, es normal
- … por tanto –argumentan- cada una de las cientos y miles de veces que cada uno de nosotros pasamos por debajo de alguna de esas circunstancias y nunca nos ha caído nada no es más que buena suerte
Como digo,
no es cuestión de que nos pasemos el día discutiendo estos ejemplos; lo que sí
considero importante es que seamos capaces de distinguir los que son meros
hechos externos, de azar, y la atribución del “sino” a nuestras espaldas como
un corsé del que no podemos evadirnos.
Comienza
este artículo con una ilustración de una estatua haciéndose a sí misma junto a
un títere de marioneta que se mueve por los hilos que maneja alguien externo
Vivir
pensando en el “fatalismo” o “sino” como
condicionante de nuestra vida nos lleva a vivir continuamente bajo el “pre-juicio” de que lo que nos sucede es “porque
nos lo merecemos”, o “todo es injusto”, “no
hay derecho a que me pase esto”, lo que nos llevaría a una situación emocional
continua de rabia, odio o impotencia
Todo lo que
nos sucede son “hechos”; le pueden pasar
a cualquiera…. que actúe como nosotros actuamos:
- Si hay una obra podemos rodearla, o pasar por abajo; a todos los que la rodeen, o a todos los que pasen por abajo, les puede pasar lo mismo
- Si hay anunciadas grandes nevadas, nos puede coger una en la carretera. Los que lleven cadenas, o los que no las lleven, pueden estar en idénticas situaciones de peligro o tranquilidad
- Si tenemos un examen dentro de 8 días, aquellos que preparen el examen, y los otros que no lo preparen, tendrán cada uno sus respectivas probabilidades de aprobar o suspender.
Como dice
el refrán: “A Dios rogando, y con el mazo dando”
O, como
dicen los técnicos: La suerte no es más que aquello que sucede fuera de nuestro
propio control, o “el resultado de la
preparación y la oportunidad”
Por tanto,
y para acabar, hagamos énfasis en este concepto fundamental de la “autorregulación
emocional”: “Sólo podemos actuar sobre lo que depende de nosotros; pero no solo
en acciones, sino también en pensamientos y sentimientos” Resulta pues inútil e
insano centrarnos y dar la importancia que no tiene a las cosas que “simplemente suceden”
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