BLOG COMPLEMENTARIO

7 may 2016

4202.- COHERENCIA Y SENTIDO COMÚN



He insistido mucho en el capítulo anterior (que os recomiendo volváis a leer) en la necesidad de que esta última sección del Curso la contempléis tan fundamental como cualquiera de las anteriores, ya que el Curso solo tendría sentido si vuestro VIVIR es coherente con todo “lo teórico” que hayáis podido encontrar en los capítulos anteriores; y os decía que esta coherencia requiere tener siempre presente los cinco principios básicos siguientes…

 
… y en el hecho de aplicar esa coherencia en cada instante de cada día; y finalizaba el capítulo anunciándoos que en éste iba a hablaros de la influencia de las escusas como “es que….” y del poder del “amor” en la coherencia; y, finalmente, no olvidemos el significado que pueda tener el título de este capítulo: “Coherencia y sentido común”

Vamos a ver, pues, de qué va todo este planteamiento

Recordemos que en la sección 41 tratábamos de los “grandes objetivos” que cada uno se fijaba para lograr su bienestar o felicidad, y los caminos de acción para lograrlo, y acabo de decir en las líneas anteriores que esto hay que tenerlo presente y exigírnoslo en todo instante de cada día. Pero ¿es esto posible?, ¿puede una persona estar auto-exigiéndose esto continuamente?. Bien, las preguntas no son nada banales, y el respondérnoslas de forma adecuada es determinante para lograr el éxito de bienestar pretendido, o no.

Hace ya muchos años que leí una frase que decía que el mayor reto del ser humano es “tener que decidir”. Tenemos una gran inteligencia analítica y discursiva, y somos capaces de analizar y razonar de forma externa con otras personas y con nosotros mismos en el silencio de nuestro interior, y esto de forma continua. Además, como dice el segundo de los principios anteriores, el círculo del pensar-sentir-actuar nos está condicionando continuamente. ¿He dicho “condicionando”?,  y….. ¿“condicionando” quiere decir “limitando”?; bueno, podríamos aceptar que sí pueda significar eso, pero también significa “auto-motivando” (ver secciones 33 y 34) y ahí está el secreto para poder ser felices, o no,  según si vivimos “obsesionados”  y  “castigados” ante las exigencias de cumplimiento de los caminos trazados, o  -por el contrario- nos relajamos y auto-motivamos con una acertada, lógica y coherente aplicación del “sentido común” a nuestra realidad.
Ser coherentes es “hacerse quien uno es” o, como me gusta decir a mí, “no traicionarse a uno mismo”, no tratar de engañarnos. Para ello, hemos de eliminar totalmente  “las escusas”. ¿Qué son las escusas?, son razonamientos falaces que tratan de justificar(nos) los comportamientos que nosotros mismos calificamos de incoherentes o improcedentes para los objetivos que pretendíamos (recordar sección 15 Distorsiones cognitivas). Una de las escusas más comunes en nuestro lenguaje (PNL) es la expresión “es que...”; expresión que debiéramos rechazar totalmente de nuestra forma de pensar, ya que constituye una grieta absoluta en la fortaleza que la coherencia debe aportar a nuestra vida.
Partamos, pues, de que ya estamos convencidos de que debemos eliminar el “auto-engaño” de las escusas. Entonces, el estado siguiente ¿sería la autoexigencia espartana o monacal?. No; no en mi opinión, y quiero matizarlo: estoy totalmente de acuerdo con un principio general de cualquier técnica de reconducción terapéutica que las pautas de comportamiento prescritas deben seguirse, en la forma que se indiquen, si se quiere obtener resultados; y que “la manga ancha” suele ser peligrosísima; pero hay una palabra que se usa muchísimo en estos ámbitos del crecimiento personal, de la búsqueda de la felicidad, o del perfeccionismo (“santidad cristiana”) con la que no estoy nada de acuerdo, esta palabra es “sacrificio”.  Yo no creo, en absoluto, que la felicidad se consiga a base de “sentir” - “padecer” esa sensación de “sacrificio”. Creo que nada se consigue fácilmente; creo que hay que esforzarse mucho para lograr nuestros objetivos; ……pero ¿cómo puedo aceptar como “coherente” el sentirse en estado de sacrificio si mi planteamiento vital es ser feliz en cada instante de cada día?. Para mí, esta apelación al “sacrificio” no es más que una reminiscencia religiosa –y política-  que, en el extremo, lleva a la sumisión de los más desfavorecidos en base a prometerles una felicidad eterna en el más allá, en el cielo, tanto  “más segura” cuanto más sea su sacrificio en esta vida terrenal. Y, por aquí, en el ámbito de este Curso, no paso.
Mi filosofía es que ese caminar por la senda del esfuerzo hacia nuestros objetivos debe estar apoyado en todo momento por  “el amor”; por el amor a todos y a todo, empezando por nosotros mismos: si yo recibo amor cada día me sentiré bien; si yo me quiero cada día, me sentiré muy bien
El “amor” es algo  “no racional”; y esto no es equivalente a decir que el amor “es loco”, sin sentido. El amor es “meta-racional”, es decir: va más allá de lo racional: “se siente y se comprende, pero no se crea con razonamientos”. En el capítulo 1201 desarrollé mis ideas sobre dónde y cómo se centra nuestra capacidad de sentir y actuar; pues bien, yo os digo que ser coherente consiste en sentir lo que queremos en nuestra vida y caminar hacia ese objetivo, pero una parada en el camino, o incluso una cierta vuelta por un sendero adiciona,l no es desastroso si somos conscientes de ello y -apoyados en esa consciencia- retornamos a la senda correcta cuando nos sintamos con ganas de ello. Nada de sacrificio, simplemente sentido común y auto-motivación.
Yo no puedo comprender que amar a una persona sea vivir sacrificada por ella. No puedo entender que amar una idea filosófica de vida (como puede ser ayudar a los refugiados y víctimas de una guerra) se pueda desarrollar con sentimientos de dolor y sacrificio. Yo no puedo creer que el creador de una obra artística trabaje en ella toda la noche con sentimientos de dolor y sacrificio. Creo que las personas somos felices si somos coherentes, y somos coherentes cuando hacemos cosas que nos están produciendo satisfacción; cuando hacemos lo que “queremos hacer”; cuando al hacerlo nos sentimos que estamos aportando gramos de felicidad, o satisfacción, a nuestro estado de ánimo. Y, en esos momentos, debemos decirnos: soy feliz porque me quiero

Para acabar este capítulo voy a poneros un enlace a un post de mi amiga Natalia que en su Blog “Soy esencia pura” suele ofrecernos vivencias de su caminar por el sendero del dominio de la glotonería. No os lo pongo como ejemplo “indiscutible” respecto a lo que planteo en este capítulo, sino como un elemento de ayuda para "dudar" de una experiencia real y conectar más con los sentimientos y vivencias concretas de cada uno.  Los que habéis seguido fielmente todo el Curso sabéis que doy un valor tremendo al crecimiento en felicidad de una persona en base a la “emoción básica de la sorpresa” que se traduce en la práctica en las actitudes de curiosidad, experimentación e investigación.  Nada hay más creativo que las dudas; nada hay que nos acerque más a la verdad “propia” que dudar de las “verdades” de los demás
Espero vuestros comentarios y dudas a mis planteamientos












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