En este segundo capítulo de las “Habilidades
Auto-Regu-Motivacionales” vamos a hablar de la técnica o estrategia del
“Ejercicio Físico”, que, en su conjunto, responden al tan conocido lema de “mens sana in corpore sano”
¿Pero qué quiere decir realmente este lema?. Hoy lo
traducimos sin más por “Hacer ejercicio para tener bien la mente”, o
“Para tener una mente sana hay que hacer ejercicio”.
Ambas formas populares de expresión son correctas; pero
yo me voy a permitir volar hasta los orígenes de la frase en las “Sátiras”, de Juvenal, en el siglo primero,
para encontrar su verdadero sentido original.
Decía la Sátira: “orandum est ut sit mens sana in
corpore sano. Fortem posce animum mortis terrore carentem, qui spatium
vitae extremum inter munera ponat naturae, qui ferre queat quoscumque labores,
nesciat irasci, cupiat nihil et potiores Herculis aerumnas credat saevosque
labores et venere et cenis et pluma Sardanapalli monstro quod ipse tibi possis dare;
semita certe tranquillae per virtutem patet unica vitae.”
Que
traducida sería: “Se debe orar que se nos conceda una mente sana en un cuerpo
sano. Pedid un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte, que considere el
espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza; que pueda soportar
cualquier clase de esfuerzos; que no sepa de ira, y esté libre de deseos y crea
que las adversidades y los terribles trabajos de Hércules son mejores que las
satisfacciones, la fastuosa cena y la placentera cama de plumas de Sardanápalo
(Asurbanipal o Sardanápalo, fue un rey asirio que era representado por los
antiguos griegos como un sátrapa disoluto, apegado a los lujos y placeres
sensuales al mejor estilo de las cortes orientales).
Te muestro lo que tú mismo
puedes darte, con certeza que la virtud es la única senda para una vida
tranquila.”
Creo que estaréis conmigo en
que el lema original entraña una filosofía mucho más profunda que el mero
“hacer deporte”, y que hasta recoge en el texto expresiones clarísimas de
“Autorregulación” y “Automotivación”
Con
este preámbulo, y la posible contradicción para algunos entre la acepción
original de la frase y su sentido actual, lo que he querido es ayudaros a poner
el centro de atención en las distintas clases de planteamientos, ejecución y
efectos de los ejercicios y/o deportes. Y este conjunto de posibilidades, que
comentaremos poco a poco, debemos contemplarlas bajo la siguiente perspectiva “de clasificación” …
==> De relevancia física
==> De relevancia fisiológica
==> De relevancia mental
==> De relevancia psicológica
==>
De
relevancia social
…Pero varias veces hemos
repetido a lo largo de este Curso que debemos considerar a la persona siempre
como un todo integrado de cuerpo y mente; y también hemos hecho un especial
hincapié en la relevancia de la perspectiva social de la persona. Por tanto,
esos cinco baremos que he especificado no debemos entenderlos –ni los vamos a
contemplar- como independientes entre sí. Su especificación es para enfatizar cómo
el ejercicio/deporte influye en cada uno de esos aspectos y en el conjunto de
todos ellos.
Y para ello, voy a citar algunos
casos o situaciones concretos… de cualquier persona normal, olvidándonos pues
de los grandes deportistas de élite, … no porque no les afecte lo que aquí
pudiéramos decir, sino simplemente porque creo que ninguno de ellos estará
siguiendo este Curso.
Bien, el primer caso que voy
a comentar es el de un compañero de mis años de vegetarianismo. Esta persona
tenía unos treinta años y llevada varios de vegetariano tras ser un gran
comilón de alubiadas y chuletones de buey. Un día le preguntaron: “y tú, ¿por qué eres vegetariano?” y este
amigo contestó. “Yo antes comía para ser un hombre muy fuerte, ahora me alimento
para ser una persona muy flexible”.
Por favor, leed de nuevo la
frase, muy despacio, y dándoos cuenta del simbolismo de las palabras cambiadas:
“hombre” por “persona”; “comer” por “alimento”; y “fuerte” por “flexible”
Os aseguro que esta frase ha
sido una de las que más ha influido en mi vida, y para mí es una perfecta
expresión de “auto-regu-motivación”, y muy en línea con el sentido original del
lema antes comentado.
El segundo caso que quiero
comentaros es el de un señor cercano a los setenta que “siempre está ocupado”
con cien mil cosas por hacer. Aunque físicamente es muy normal en cuanto a poca
obesidad y ausencia de problemas médicos graves, es una persona
psicológicamente “esclava” de sus obligaciones. Pues bien, esta persona de
repente deja lo que está haciendo y se va a “tomar su pastilla diaria” para evitar
esta esclavitud; y esa pastilla no es más que salir a darse un paseo a ritmo
alegre durante dos horas, y con un pequeño truco añadido: se tiene que parar de
vez en cuando a saludar a alguien y preguntarle por alguna cosa. Esto le
permite “salir” completamente del mundo en que se siente encerrado y socializar
con las personas que encuentra a su paso
El tercer caso es el contrario:
el de una mujer que vive bastante aislada; sin coche, ni muchas amistades. Es
relativamente joven aún, pero no trabaja ni tiene ocupaciones que le hagan
salir a la calle. Es una persona que “vive en soledad”, en el sentido que ella
se siente así y lo asume como lógico y normal. Pero también tiene su momento
diario de autorregulación física, y dedica todos los días algún rato por la
mañana y algún otro por la tarde para hacer unos simples ejercicios de gimnasia
que “la hacen sentirse nueva”
El cuarto caso que os quiero
comentar es el de una persona que se pasa el día entero sentado delante de un
ordenador, y sin embargo su entorno lo
denomina “el mono” porque con frecuencia se levanta, se agacha, corre, salta,
se estira, baila y hace cualquier movimiento con su cuerpo, sus piernas o sus
brazos.
Y, finalmente, para no
extenderme mucho, traigo a esta cita uno de los casos más comunes y que con
casi total seguridad que todos vosotros los tenéis a vuestro alrededor: la
persona que se ha apuntado a un gimnasio para hacer ejercicio, para mantener la
forma, para airearse, desahogarse, y para sentirse alegre y en compañía de
amigos y amigas con las mismas aficiones.
- La Voluntariedad, o "no obligatoriedad"
- La Consciencia
- La Finalidad
- La Coherencia
En los cinco casos que he
señalado se dan estas cuatro características:
1º. Nadie hace las cosas porque
alguien se lo mande, o le exija; simplemente hay un deseo propio de hacerlo
2º. Estas personas, mientras
hacen estos ejercicios, son plenamente conscientes de lo que están haciendo, de
cómo lo están haciendo, y para qué lo hacen. (Luego hablaremos más de este
aspecto)
3º. En tercer lugar, nada de
esto sería posible sin la motivación, sin la finalidad, sin el “para qué” que
lleva a estas personas a hacer estos diferentes tipos de ejercicio.
4º. Y, finalmente, esos
diferentes tipos los han encontrado cada una de ellas en sus diferentes
hábitats, situaciones, objetivos vitales. Esas actividades, esos momentos,
encajan perfectamente en su día a día, y no solo encajan sino que les aporta un
gran elemento de cohesión y regeneración.
¿Cuándo,
cómo y por qué se produce esa integración cuerpo-mente de efectos
auto-regu-motivacionales?.
Quizás algunos de vosotros
consideréis conveniente que me extienda describiendo aquí sobre la serotonina,
la dopamina, y otros elementos que tan definitivamente se ponen de manifiesto
en estas circunstancias y que son los determinantes del incremento de nuestro
bienestar; pero para ello hay miles de libros y textos al alcance de todos, que
sí recomiendo leer para conocer lo que nos pasa por dentro a nivel fisiológico,
pero creo que yo (en este Curso) debo
centrarme exclusivamente en la parte más emocional y, sobre todo, en los
aspectos de “gestión” de nuestra emocionalidad
Por eso, solo voy a insistir
en una cosa: ¡¡”Solo, ¡¡sí, solo!! …. si se dan esas dos
características de la consciencia y la coherencia lograremos la habilidad de la
auto-regu-motivación.”
Cuando hacemos ejercicios para sentirnos
bien (física o psíquicamente) debemos lograr la integración y coherencia entre
nuestros movimientos, nuestra respiración, y las sensaciones que vamos
teniendo. La rueda del sentir-pensar-sentir-hacer-sentir debe estar funcionando
a la perfección; debe existir una retroalimentación continua entre lo que
sentimos físicamente, lo que hacemos y cómo nos sentimos psíquicamente.
Podríamos aceptar que la
panacea teórica de este planteamiento sería el yoga, en el cual la consciencia
de la respiración y los sentimientos es fundamental a la vez que ellos llevan a
la posibilidad de cada postura y movimiento, y estos a las nuevas sensaciones
que obtenemos.
Lógicamente no vamos a
incluir aquí tablas de ejercicios, ni paradigmas de carácter generalistas; cada
uno debe encontrar los suyos propios, los que más le van. Cualquiera puede ser
adecuado. Simplemente tenemos que “disfrutar” con ellos.
Y, como dije en el pasado
capítulo, el
único secreto es “¡¡ HACERLO !! …no quedarnos en pensar que “tenemos que hacerlo”; …no, “no
tenemos”…”queremos hacerlo”.
El próximo capítulo lo
dedicaremos exclusivamente a una técnica muy particular centrada en lo visto
hoy, y que puesta en práctica da resultados fantásticos.
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