La Tercera Parte del Curso, dedicada a la Autorregulación
y Automotivación, tiene una segunda sección (32) en la que vamos a desarrollar
el concepto de “RESILIENCIA” y, básicamente, como contrapunto al concepto de
Coping que hemos ido viendo en la sección anterior.
Y para ello, vamos a pensar en la diferencia entre actos
y actitudes. Los primeros son sucesos aislados, reacciones aisladas ante
sucesos concretos. Las actitudes son conductas habituales, formas de ser,
formas de comportamiento.
En la sección (31) anterior hablábamos de “técnicas de
afrontamiento” ante sucesos o situaciones de alteración emocional. Estos
sucesos o situaciones evidentemente pueden tener más o menos duración en el
tiempo, y pueden repetirse de forma muy aleatoria o con asiduidad; pero en todo
caso estaríamos hablando de una “reacción consciente y específica” ante ese
hecho estresante.
Por el contrario, la “Resiliencia” implicaría una actitud habitual
de sentimiento-comportamiento, e incluso más: de pensamiento, de forma de ver
la vida.
Recordad que este Curso está enfocado siempre a lograr esa “capacidad”
de vivir de forma satisfactoria, que es a lo que denomino “Felicidad”
Veamos algunas “definiciones” concretas de Resiliencia
dadas por los tratadistas de este tema:
Capacidad para
adaptarse adecuadamente a pesar de las circunstancias desafiantes o
amenazantes
Una combinación de factores que permiten a un ser humano
afrontar y superar los problemas y adversidades cotidianos de la vida
La habilidad de luchar y madurar en un contexto cuando
hay circunstancias adversas u obstáculos.
La capacidad para mantener de forma
semi-automática un funcionamiento adaptativo de las funciones físicas y
psicológicas en situaciones críticas.
La capacidad de responder y desarrollarse ante eventos
vitales estresantes.
Capacidad humana para hacer frente a las
adversidades de la vida, superarlas e incluso ser transformado positivamente
por ellas.
La
capacidad de una
persona de seguir
proyectándose en el
futuro, a pesar los
acontecimientos desestabilizadores, y/o de condiciones de vida difíciles y de
traumas, a veces graves.
Como fácilmente podréis ver, las definiciones no son muy
diferentes entre sí y se pueden deducir de ellas tres principios básicos
conceptuales:
1º.- Una capacidad (capacitación) para un comportamiento
habitual
2º.- Un semi-automatismo que no supone “esfuerzo extra”
en cada ocasión
3º.- Un aprendizaje o crecimiento personal sobre la base
del propio problema o situación de conflicto
Fotograma de la película “La Vida es Bella”
Aunque en el fotograma anterior me he referido a la
dramática situación de un campo de concentración nazi (por las razones que
luego veremos) como un punto referente para tratar este tema, no hace falta
pensar siempre en situaciones tan extremas. Es cierto que en la mayoría de los
tratados y artículos sobre este tema el término “Resiliencia” se aplica, o se
utiliza, refiriéndose al vencimiento o superación de situaciones de gran
adversidad. Pero, en mi opinión, el término de Resiliencia y las características
de “una personalidad resiliente” pueden ser aplicadas a nuestro día a día, en
el que tenemos cientos de ejemplos
válidos para comprender en qué consiste esta habilidad de gestión emocional”
Por ejemplo, el despertar de una familia media, sus
desayunos y el desplazamiento de los niños al colegio y los padres a su
trabajo. Esta situación habitual de cada día –si no se ha alcanzado un nivel
adecuado de resiliencia- puede producir situaciones concretas de estrés
muy variadas; y unas veces por su
singularidad, o por su especial importancia (niño que se despierta enfermo y
vomitando; pinchazo del coche; nevada…) pueden requerir reacciones especiales (Coping);
pero la situación habitual de estrés de todo lo que cada miembro de la familia
tiene que hacer en esos minutos, requiere una “hábito” de resiliencia
suficiente para que la tensión no sea insoportable cada día.
Otro ejemplo es el de cualquier trabajo a comisión en
razón al número de visitas y ventas realizadas. Es evidente que la propia
situación es por definición estresante; y es evidente también que las
circunstancias de cada cliente visitado pueden provocar nuevas y diferentes
alteraciones emocionales. Pero lo que es indudable es que para poder vivir de
esta forma mes tras mes, o se adquieren unos hábitos mínimos de resiliencia o
se acabará enfermo.
Y un tercer ejemplo podríamos tener en el personal de
urgencias de un hospital, o del Samur, donde si bien cada caso puede tener una
gravedad y suponer un grado de estrés diferente, ciertamente el personal que
cada día esté a pié de quirófano debe tener un nivel mínimo de resiliencia para
poder autorregular sus emociones de forma satisfactoria… sin una carga especial
de esfuerzo en cada momento
Para dar un paso más en la comprensión de este concepto,
voy a recordar la frase de M. Scott Peck (Psiquiatra y escritor americano) :
"La verdad es que, probablemente,
nuestros mejores momentos se dan a partir de sentirnos profundamente incómodos,
tristes o insatisfechos.
Porque sólo en esos momentos, impulsados por nuestro malestar, es probable que salgamos de nuestra rutina y empecemos a buscar diferentes caminos o respuestas verdaderas".
Porque sólo en esos momentos, impulsados por nuestro malestar, es probable que salgamos de nuestra rutina y empecemos a buscar diferentes caminos o respuestas verdaderas".
Aunque esta frase está en un contexto sobre el PTG
(Crecimiento Post Traumático), es perfectamente aplicable al planteamiento que
estoy haciendo en este momento, ya que en ella se encuentra, en mi opinión, el
verdadero nexo de unión de esas facultades de la Inteligencia Emocional que dan
nombre a esta Tercera Parte del Curso: la “Autorregulación y la Automotivación”
El protagonista de la película “La Vida es Bella” vivía con un único objetivo: que su hijo
sobreviviera y que lo hiciera de forma feliz; y para ello hacía todo lo que
fuera necesario para hacer creer a su hijo que estaban viviendo una aventura
divertida. Él no tenía que “doblegar” su vida en cada momento para que
pareciera otra cosa; él “había cambiado de vida”; su vida, su camino, su respuesta
interior, esencialmente verdadera, era vivir con esa alegría “para su hijo”.
A lo largo de esta sección hablaré en más de una ocasión
de Viktor
Frankl, cuyo cautiverio en varios campos de concentración nazis,
incluidos Auschwitz y Dachau, le sirvió para escribir su libro “El hombre en
busca de sentido”, que es, sin duda, una de las bases más populares
para comprender este concepto de Resiliencia y Automotivación, que podría
sintetizarse en “el hombre que siente que su vida tiene sentido, tiene una
razón de ser, podrá sobrevivir a cualquier situación por difícil que sea”
Por todo lo expuesto, me gusta sintetizar el concepto de
Resiliencia con el siguiente cuadro
Bien, iniciada esta sección, en el capítulo siguiente
iremos profundizando en las características de las actitudes y personalidades
resilientes, y en la aplicabilidad social de las mismas.
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